Clarissa Pinkola Estés, autora de la trascendental obra Mujeres que corren con los lobos, nos conmueve una vez más con su talento narrativo y la fuerza lírica de su voz.
Estos relatos de pérdida, supervivencia y renacimiento bellamente entrelazados entre sí se centran en el tío de la autora, un campesino y refugiado húngaro destrozado por la guerra, jardinero fiel y depositario de cuentos, que fue uno de los “insensatos bailarines, prudentes y viejos cuervos, sabios cascarrabias y ‘casi santos’” que constituían los ancianos de la infancia de la doctora Estés.
Narrado con elegante sencillez, hondura de sentimientos, generoso humor y profundo optimismo, El jardinero fiel es el relato de una niña sincera que prestó atención a los ancianos de su viejo país y que creció para conservarlo todo en su memoria, ser testigo y, en su calidad de uno de los mejores narradores de cuentos de nuestra época, recordar a los lectores de todas las edades “esa magistral fuerza vital que existe en el interior de todas las cosas y nos fortalece en momentos de zozobra o transición, esa fuerza fiel que jamás puede morir”.

La Galaxia se agita en una Guerra que dura eones. Una Antigua Profecía señala con el dedo a una Doncella que ha de aplastar la cabeza de la Confederación Rebelde. Un guerrero debe protegerla. Es este marco, la Esencia de Eisset se nos manifiesta a través de los “recuerdos” de una mujer humana y nos cuenta su historia: Su infancia como Princesa heredera de Kúon, un pequeño planeta del Sistema Sirio; su historia de amor con Wsir; su venida a la Tierra, el nacimiento de la Humanidad; la construcción y caída de la Atlántida; el primer y segundo Diluvios; la conspiración; el asesinato de su esposo y toda un turbia trama por el poder en la Galaxia y en el planeta.
Más inocente que cauta, Eisset es traicionada por su propia hermana; es perseguida y más tarde secuestrada; su único hijo varón le arrebata la corona y debe enfrentarse a la soledad más absoluta, mientras sigue amando sincera e incondicionalmente. Cuando por fin se ve forzada a regresar a Kúon, deja en la Tierra miles de años de recuerdos y el cuerpo de su esposo muerto. Desde la nave en la que parte, contempla el planeta en el que tanto ha vivido y ha sufrido, y promete que volverá.