«Y entonces, el tiempo pareció que se ralentizara, el volante se me escurrió de las manos y el automóvil se fue hacia un lado, mientras un vehículo grande me adelantaba a una distancia mínima».

¿Cuántos de nosotros nos hemos encontrado en una circunstancia parecida, en una situación en la que una fuerza inexplicable nos aleja del peligro y nos ayuda a superar un trance difícil?

En este inspirador libro de historias reales, profesoras de la Escuela Diana Cooper, así como otras personas ajenas a ella, comparten sus experiencias personales con los ángeles. Son historias sencillas que te sorprenderán y maravillarán a la vez, mientras que los ejercicios y las visualizaciones incluidas en el libro te abrirán la conciencia hacia las maravillas de los reinos angélicos.

Emocionantes, inspiradoras, y a veces también divertidas, las páginas de esta obra están llenas de recordatorios acerca de cómo los ángeles, con tan solo pedírselo, pueden transformar tu vida cada día.

La última intervención de los ángeles en la Tierra, su gran Misión, tuvo lugar hace más de dos mil años y fue la propia naturaleza de los hombres la que provocó la partida de los seres celestiales, que se alejaron con la promesa de no regresar jamás. Sin embargo, algo ha cambiado en los designios que el cielo tiene previstos para la humanidad y un mensajero celestial será enviado a la Tierra para llevar a cabo un nuevo encargo, la última esperanza para el ser humano. Su nombre es Ainiel, ha de vivir como una joven mortal y debe escribir sus pensamientos y sus vivencias en un diario, único testigo de sus verdaderos sentimientos. El encuentro inesperado con un joven pintor la enfrentará, no obstante, a su doble naturaleza – humana y celestial – y pondrá en peligro su misión. ¿Qué es capaz de hacer un ángel por amor?Pere Pascuet y Nuria López, reconocidos angeleólogos, nos muestran en Diario de un ángel que el poder de los ángeles, su fuerza y su presencia nos acompañan en nuestra vida. Sólo tenemos que cerrar los ojos y aguzar el oído, y entonces tal vez sintamos una súbita brisa, como un ligero batir de alas. En ese momento ya no nos sentiremos tan solos.