Bonita Jones Frazier nació y se crio entre las comunidades negra y latina del Bronx neoyorquino. Eso marcó el inicio de una apasionante vida en busca de una perla de gran precio: el gran potencial divino que moraba dentro de su corazón. El anhelo por dotar su vida de significado y encontrar su destino espiritual la llevaron a cruzar el océano Atlántico y los Estados Unidos y a pasar pruebas de fuego, que tuvo que superar para cumplir su propósito divino y forjar el poder, la sabiduría y el amor divinos necesarios para todo buscador espiritual. Aprender y enseñar el idioma español fueron una de esas pruebas, que le enseñaron a resolver deudas del pasado de su alma. Afrontar el rechazo en algunas circunstancias le permitió meditar sobre las diferencias raciales y desarrollar una nueva perspectiva espiritual acerca del perjuicio racial, libre de odios y recriminaciones. Con profunda sinceridad, con un corazón abierto de par en par y con gran pragmatismo, la autora narra su propio camino y sus lecciones de vida con el fin de tenderte una mano mientras recorres tu sendero y aprendes las tuyas. 

Por sí misma, la vida pura en los tres planos no confiere la experiencia del alma. La pureza del plano mental, vital y físico es para mantener limpio el vehículo. No es suficiente con limpiar a diario los vehículos y llenar los tanques de combustible. El vehículo debe utilizarse para el servicio. Que la vida del vehículo esté dedicada a satisfacer las necesidades de los demás. En esos casos se dice que el vehículo ha sido usado para un sacramento, y por lo tanto se considera que es un vehículo consagrado.