Ser asexual es sólo una condición más, no tiene ningún mérito ni posee ningún atributo o valor especial. Es sólo una opción que debe llevarse sanamente, lúcidamente, naturalmente.

El autor de este libro, en un arrebato de valentía y sinceridad, a veces incluso con buenas dosis de humor para quitar hierro a algunos temas peliagudos, nos acerca a una nueva forma de ver y entender el sexo hasta ahora ignorada o apartada de las relaciones sociales y humanas. La asexualidad no es tan solo una tendencia, también se convierte en una apuesta por ver y entender el sexo de forma diferente.

El medio espiritual es el territorio más convencional que existe. El cuestionamiento y la exploración más atrevida se estigmatizan sin cesar desde el moralismo, los dogmas y la ausencia de creatividad. La libertad prometida a menudo es un engaño, porque va a la par con la sumisión a un orden, un gurú, unas reglas, mientras debería bastar con la conciencia.
 Daniel Odier nos invita a una auténtica relación maestro discípulo, situándola en una creatividad reciproca. Vuelve a introducir la antigua idea de que los discípulos tienen que poner a prueba a los maestros para reenviarlos constantemente a la practica. Expone la riqueza original del tantra y el chan con sencillez y profundidad, hablando del corazón, el éxtasis, lo espontáneo, la conciencia y el ser la totalidad. Vuelve a situar el cuerpo y su escucha como centro de una espiritualidad vital y directa.

El tantra es una antigua vía espiritual originaria de China, Tíbet e India. Tiene la peculiaridad de integrar en su filosofía la dimensión sexual de la energía, la cual, una vez despierta y purificada, abre "la Puerta del Cielo".
El tantra no es un cuerpo dogmático, sino que se trata de un conjunto de prácticas corporales, meditativas, relacionales y energéticas que hacen hincapié en la conciencia, la energía y la experiencia de la divinidad en uno mismo.

EL AUTOR. Agnès y Jean-Marie Delacroix son psicoterapeutas gestálticos y transpersonales con más de veinte años de vida en común. Su constante búsqueda personal, profesional y de pareja les ha permitido redescubrir la dimensión sagrada tanto del ser humano como de todo cuanto existe.

El Tantra, coma otras fuentes esotéricas y simbólicas, propone la actualizaci6n y sacralizaci6n del entorno, de une mismo y lo vivo en general, reconociéndolo vía los sentidos, que son, para quien elige evolucionar conscientemente, el boquete de especias que da significado a la vida.

Los sentidos son el único medio disponible para ver la realidad caótica y abierta del mundo. Con ellos degustamos las bellezas de la encarnación y descubrimos la conciencia sin cubrirla de un significado 0 una moral. Son pilar del conocimiento; negarlos en vez de celebrar su gloria seria considerar esta encarnacion un error. El Tantrismo enseña a reconocer 10 sagrado ante todo en el cuerpo, vehículo de éxtasis, por las vías sensual y meditativa. Superando regiones y culturas, fusiona cuerpo y espíritu mediante varias técnicas sin remitir a ningún credo.

El Tantra quiere sentar a la especie humana en el trono de su propia evoluci6n desalojando al fantasma que 10 usurpa. Para ello nos autocreamos coma deidades. En esa tarea se vale de la modernidad: del "Dios ha muerto" y el superhombre de Nietzsche a la genética y el psicoanálisis.