El jeroglífico monádico : el que no lo comprenda, que estudie o que se mantega en silencio
El jeroglífico monádico : el que no lo comprenda, que estudie o que se mantega en silencio
- EAN: 9788479102821
- ISBN: 9788479102821
- Editorial: Editorial Humanitas, S.L.
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 140 X 210 mm.
- Páginas: 112
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AGOTADO
Descripción
Esta pequeña obra, por sí misma, revela muchas de las bases de estudios Esotéricos como la Alquimia, la Qabalah, la Astrología, etc. Por esta razón, no dudamos que será del máximo interés para todo estudiante avanzado de las Ciencias Ocultas. Y también para aquellos que posean una mente científica y abierta, sin importar la Ciencia Ortodoxa que dominen o estudien.
Para llegar al conocimiento de la Mónada o de la Unidad, John Dee expone 24 Teoremas que contienen las enseñanzas, y previene desde el primer momento que: "El que no las comprenda, que estudie o que se mantenga en silencio", pues no hay pero crítica que la que nace de la ignorancia. Estas enseñanzas se basan principalmente en figuras, símbolos y grafismos de uso común en las Ciencias Ocultas, y en las abstracciones que estas figuras representan.
En su tiempo "El Jeroglífico Monádico" conmocionó a los círculos Esotéricos y Ortodoxos y fue repetidamente editado y estudiado, comentado y compendiado por diversos autores, Filósofos, Matemáticos, Qabalistas, Astrónomos, etc. Aunque con el paso del tiempo, el rechazo de algunos Universitarios y la misma fama de Mago de John Dee, lo fueron relegando al campo estricto de lo Oculto, y así es como llega a nuestros días, en los que se le sigue estudiando y comparando, cotejando e investigando, por unas y otras Tendencias y Escuelas Esotéricas, siempre arrojando Luz sobre todos ellos.
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El Kybalión, obra cumbre del ocultismo universal dice: 'Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.' Esta obra reúne las enseñanzas fundamentales y secretas que tanto han infl uido en los sistemas fi losófi cos de todas las razas y de todos los pueblos y lo hicieron desde el antiguo Egipto, cuna de la sabiduría secreta y las doctrinas místicas. Doctrinas formuladas por los hierofantes y
maestros de la tierra de Isis, a aquellos preparados para participar de lo oculto. En este caso máximas originales, axiomas y preceptos formuladas por Hermes Trismegisto, el Maestro de los Maestros, padre de la sabiduría, fundador de la astrología, el descubridor de la alquimia, deificado por los egipcios bajo en nombre de Tot.
dto.
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"Dicen que cuando un novelista imagina una situación provoca que ésta ocurra. Sea como fuere, cuando imaginé el personaje de Vivien Le Fay Morgan -o Lilith Le Fay, como ella a veces se hace llamar-, di vida a una personalidad, y en el segundo libro en el que ella aparece -o sea, el presente volumen-, dista mucho de ser una marioneta en mis manos; es más, toma el control de la situación. Lilith se considera una sacerdotisa de la gran diosa Naturaleza y, como tal, puede reclamar el derecho divino ante todas las leyes hechas por el hombre. Es este un asunto que no puedo jusgar porque lo desconozco. Lo único que sí sé es que Lilith vive la vida a su extraña manera; vive tanto para los demás como para mí, y es muy posible que a algunos de los que lean este libro se les aparezca como una sombría figura apenas visible en la penumbra de la mente. El punto de vista de Lilith Le Fay es puramente pagano; ella se rebela contra la sociedad y se muestra partidaría de reformarla. Por supuesto, tal vez represente mi sobconsciente freudiano y admito que hay mucho de mí en Lilith Le Fay. El escritor verdaderamente creativo anota el diálogo que oye emplear a sus personajes; pero, en el caso de Lilith Le Fay, yo he ido aún más lejos: la he dejado hablar a ella. Tras acabar "La Sacerdotisa del Mar", Lilith no quiso permanecer en su tumba; su fantasma se empeñó en caminar, y lo hizo con tanta determinación que me obligó a escribir este libro que no deja de ser una curiosidad psicológica. Además, contiene cierta dosis de rarísimas tradiciones, la mayor parte de las cuales yo desconocía hasta que leí sus páginas. He puesto mucho en esta novela, pero aún hay más en ella de lo que yo he puesto. Incluso pudiera decirse que escribirla fue un acto de magia. No asumo la responsabilidad ni del argumento ni de los personajes: estos se crearon a sí mismos.
dto.