La historia de la radiestesia es un apasionante repaso a diversas doctrinas filosóficas, culturales y científicas. En esta obra se va desgranando el desarrollo histórico del pensamiento y de la intuición como herramienta de progreso del conocimiento, de la cultura y de la ciencia.
A través de la radiestesia muchos grandes pensadores de todos los tiempos lograron trascender las limitaciones de su época y dar un paso adelante en la comprensión de la realidad.
El estudio de la historia y de la filosofía radiestésica que aquí se expone abre un amplio campo cognoscitivo, al tiem¬po que aporta un enfoque práctico y educativo para el conocimien¬to personal.

¿Por qué los monumentos de la antigüedad se construían en determinados lugares? ¿Por qué algunos árboles se inclinan o se secan? ¿Por qué algunos cuerpos no se corrompen? Las antiguas construcciones de culto no se levantaban al azar, sino cumpliendo determinados parámetros relacionados con zonas telúricas específicas del planeta. Desde los menhires a las pirámides y demás edificaciones en todo el mundo, hasta las iglesias románicas de nuestra cultura, todas tienen un punto en común: están situadas sobre o en las proximidades de vórtices energéticos. En esta obra, Epifanio Alcañiz analiza los porqués y mide estas energías, in situ y a distancia. Este no es un libro más de radiestesia, profuso de datos ya conocidos. Se trata de una visión nueva de esta percepción olvidada, que nace del estudio y el trabajo de campo. El libro es toda una revelación, donde el autor vierte sus experiencias y comprobaciones en muchos de los monumentos emblemáticos del mundo. El autor aporta nombres de alteraciones no descritas hasta el momento y da luz a secretos celosamente ocultos para el gran público y desconocidos para muchos investigadores.

Este libro resume, en forma práctica y amena, las principales enseñanzas respecto de cómo introducirnos en el apasionante mundo de la radiestesia. Básicamente, podemos decir que la radiestesia, también llamada rabdomancia, es el arte o la ciencia de percibir, a través de ciertos instrumentos, las energías que nos rodean en todas direcciones, haciendo uso de este conocimiento con un fin determinado. Este puede ser, generalmente, el hallazgo de objetos, personas u otros seres vivos extraviados. Del mismo modo y desde antiguo, la radiestesia se aplicó a la búsqueda de fuentes de agua, el líquido vital, metales preciosos, vetas de minerales valiosos, y hasta permitió encontrar bolsas de petróleo. Todos podemos practicarla, pero antes debemos comprender que todo cuanto nos rodea es energía y que nosotros estamos plenamente capacitados para sentirlo e interpretarlo adecuadamente. La radiestesia debe ser entendida como un camino y no como un fin. De hecho, su disciplina práctica nos llevará a comprender mejor no sólo dónde estamos, sino que también nos enseñará quiénes somos nosotros en realidad, y a medida que practiquemos más y más, descubriremos que estamos en el camino correcto del autoconocimiento