La primera guía completa sobre la varita mágica La varita mágica, además de ser una excelente ayuda para acompañar y dar fuerza a las palabras mágicas dirigiendo la energía hacia un determinado objetivo y haciendo mucho más eficaz cualquier hechizo, puede ser usada para intercambiar, rechazar, guiar y dirigir la energía personal y cósmica. La varita es, sin duda, una herramienta indispensable como conductora de vibraciones etéreas en el plano material, como «mezcla» para pociones mágicas, instrumento de mando y adivinación o como pincel ideal para trazar círculos y símbolos mágicos.

El libro de la varita mágica nos enseña a crear, activar, potenciar y personalizar la varita mágica con la ayuda de métodos mágicos o numerológicos, de los elementos, los colores, las runas, los símbolos de poder, los cuadrados de la suerte o las fuerzas de los tres reinos de la naturaleza. Los diferentes procedimientos de activación son sencillos, al alcance de todos y capaces de adaptarse a las características diversas de cada persona y a todos sus objetivos, siempre de naturaleza positiva. Con este libro se regala una varita de avellano recogida siguiendo la antigua tradición de los magos y alquimistas, lista para ser activada y personalizada a través de las claras indicaciones contenidas en esta guía completa sobre la varita mágica.

Presenta de manera sencilla, el arquetipo del planeta Urano, conocido esotéricamente como el «Señor de la Mente y del Eter», y nos explica que su influencia va unida al deseo y a la necesidad de una verdadera liberación interna y externa, de todos aquellos factores restrictivos y condicionantes que aprisionan al ser y le impiden realizar su propósito evolutivo esencial.

Por limpiezas se entiende, en Magia, una purificación general, bien sea ésta encaminada a realizarla en locales, tiendas, negocios, ó bien, en viviendas, personas, objetos o animales.
Los Rituales de limpieza comprenderán todos los procedimientos y ritos, en los que se impedirá a través de los mismos, la entrada de posibles maleficios, para lograr que el "mal de ojo" no nos afecte ni a nosotros ni a los nuestros, haciendo que la "desgracia" pase, pues, de largo.