El libro de las figuras jeroglíficas
El libro de las figuras jeroglíficas
- EAN: 9788491119210
- ISBN: 9788491119210
- Editorial: Ediciones Obelisco, S.L.
- Año de la edición: 2022
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 140 X 215 mm.
- Páginas: 122
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Descripción
El libro de las figuras jeroglíficas de Nicolás Flamel es sin duda el más famoso de los textos de alquimia occidentales; escrito "para aportar nuevas luces sobre el Elixir de Larga Vida", este libro toma su origen en otro enigmático libro: El libro de Abraham el Judío cuya existencia se discute aún hoy en día, y sirvió de inspiración a otro libro no menos enigmático: El misterio de las catedrales de Fulcanelli. El libro de las figuras jeroglíficas es el primer documento escrito sobre el sentido iniciático y alquímico del Camino de Santiago.
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La gran obra alquímica
El autor explica en este libro las obras de estos tres grandes y reconocidos alquimistas clásicos. Nos explica en forma minuciosa y en lenguaje claro sus textos, así como también el modus operandi mediante el cual se culmina la Gran Obra. Contiene ilustraciones en color de trabajo en el laboratorio.
dto.
Pinceladas de naturaleza
Perfecta conjunción entre arte y palabra, con la naturaleza y Spagyria como hilo conductor, descubre las fuerzas arquetípicas que impregnan el universo.
El arte es, según la Real Academia Española, la 'manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros'. En Pinceladas de Naturaleza su autor, y mi hermano, Héctor Avilés Morrondo, hace uso de los dos primeros recursos para, con la sensibilidad que siempre le ha caracterizado, plasmar con el pincel y la palabra la analógica relación que existe entre la forma de la diferentes especies, su hábitat y sus propiedades terapéuticas.
Y es que ya dijo Novalis que «mejor que el científico, comprende el poeta la naturaleza».
Obviamente, el científico al que se hace referencia es el que responde al paradigma actual, según el cual el observador tiende a proyectar sobre lo observado todo aquello que pretende demostrar, en lugar de escuchar, oler, sentir, percibir y, en definitiva, vivir en su máxima expresión el objeto de la contemplación. Además, tendemos a definir los objetos de forma aislada, evitando toda interacción con el entorno. Por el contrario, el poeta, y en general el artista, ve y va más allá de las formas, las sueña, las ensueña, las analogiza, las mitifica, las esencializa... Y de esencias es, precisamente, de lo que trata esta obra, es decir, de Spagyria.
Me congratula escribir este prólogo porque hasta ahora siempre que me han preguntado acerca de libros en los que aprender Spagyria, he acabado emplazando a mi interlocutor a estudiar el «libro de la vida», o lo que es lo mismo, el «libro de la naturaleza». Ahora, con Pinceladas de Naturaleza siento que ese gran libro se hace aún más accesible. Y es que esta obra es fruto de la contemplación, del íntimo diálogo que surge cuando en lugar de, como decía antes, proyectar sobre lo contemplado nuestros prejuicios e informaciones adquiridas, es el propio objeto el que nos revela el sentido de su propia existencia. En Spagyria, todo lo que existe es contemplado desde una triple dimensión: detrás de todo hay una idea, una función que pugna por expresarse materialmente y que se acompaña de una dirección energética, de una onda, diría un cuántico. Así, el spagyrista, distinguiendo estos tres niveles, otorga a las funciones un ordenamiento septenario, como hace la luz que, atravesando un prisma de cuarzo, se difracta en siete rangos de color.
Los antiguos se empeñaban en explicarnos esta distribución septenaria en todo lo que existe, hasta el punto de elegir entre sus divinidades a siete principales para gobernar su Olimpo y, en consecuencia, su mundo arquetípico. Esto se atribuía a Marte, aquello a Mercurio... Intentaban que percibiéramos el mundo de los dioses administrando la totalidad de los acontecimientos que se pudieran vivenciar. Las fuerzas de Marte, las de la batalla, las de la conquista, las de la fiebre, las de la irritación, las de la disputa o las de la violencia, ¿vienen entonces de los dioses o de los planetas cuyo nombre toman? No, querido lector, estas fuerzas vienen del universo, de lo indefinido, de nuestro origen y se observan en todo: en los átomos, en los cristales, en los colores, en las formas, en los vegetales, en los animales y hasta en el hombre, en sus funciones biológicas y psicosociales. Estas fuerzas arquetípicas impregnan el universo, tal y como lo veían nuestros ancestros.
dto.
La Gran Obra
«Muchos han oído hablar de la Gran Obra: algunos se proponen dedicarse a ella, pero muy pocos abordan la cuestión.» Para el autor de estas palabras «hay una alquimia trascendente, la alquimia de uno mismo, preludio necesario para perfeccionar la alquimia de los elementos». La Gran Obra nos habla desde el interior de esta alquimia personal y nos propone doce meditaciones para trabajar en el laboratorio del corazón.
Aclamado por Fulcanelli y por la mayoría de alquimistas del siglo XX, este pequeño libro es, sin duda, la obra de alquimia espiritual más conocida y difundida de Occidente.
dto.
Manual de la piedra filosofal: y otros textos alquímicos
En Paracelso, se reflejan, como en un gran espejo, las inquietudes, fervores y limitaciones de una época abierta al futuro, y deseosa de alcanzar nuevas formas de conocimiento riguroso, pero que a la vez, arrastra un viejo legado que recoge mil especulaciones y concibe el universo como un ser vivo que se concentra y adquiere conciencia en el ser humano. Magia y ciencia se dan la mano. El alquimista, aliado de la Naturaleza, persigue un proceso de purificación que culmina en la piedra filosofal, imagen viva de la perfección solar. El manual de la piedra filosofal, El cielo de los filósofos y El tesoro de los alquimistas, que se incorporan a la colección Aurum, ofrecen "modos claros y sencillos" de alcanzar el sueño de los artífices herméticos, la medicina universal, el elixir de la sabiduría... Con todo, no puede perderse de vista que el talante moral del operario tiene tanta importancia como la misteriosa sustancia y el calor de los hornos.
dto.