¿Has observado en tus fotos alguna esfera luminosa? A menudo, su forma, su color y la complejidad de sus detalles nos hacen pensar que no son reflejos de motas de polvo o de humedad. Mediante sus facultades de comunicación con otros planos, Diana Cooper y Kathy Crosswell nos desvelan que estos Orbes son en realidad seres espirituales que nos acompañan y ayudan en nuestro día a día. El libro incluye más de 50 fotografías de Orbes de Ángeles, Arcángeles, Serafines y otros muchos seres para que al contemplarlos puedas beneficiarte de la energía que nos están aportando.

Todos nosotros presentamos una composición y estructura energética más compleja de lo que a priori nos han explicado y enseñado. Las múltiples disfunciones y problemas que nuestro cuerpo físico refleja provienen del desajuste de estas partes, y por ello se hace necesario su conocimiento para poder corregirlo. El Yo Interior nos adentra en esta estructura del ser humano, nos conecta con nuestro niño interior, con nuestro Yo Superior y con nuestros guías espirituales, en un recorrido por los diferentes caminos que nos llevan a explorar la totalidad de aquello que somos.

Escrito en lenguaje ameno para todos, las técnicas de meditación, visualización, proyección y demás se hacen accesibles estemos o no involucrados en temas energéticos y de crecimiento personal. Finalmente, se nos presenta con las técnicas y con métodos para llegar a comprender quienes son aquellos que nos asisten desde otros planos y niveles frecuenciales, a los que solemos denominar guías espirituales, explicando su función, porqué lo hacen, cómo nos orientan y proporcionan los recursos y aquello que se necesita, y cómo colaborar y trabajar conscientemente con ellos.

La tesis que el autor manifiesta en este libro consiste en afirmar que el ateísmo destruye al hombre en su vida cultural y en su vida espiritual; pero también afirma que una concepción de la Divinidad equivocada nos lleva por un mal camino. Así, la Divinidad se concibe involucrada dentro nuestro mundo inmanente, sin que se plantee un panteísmo. La Divinidad es pues un fundamento del Universo y sustenta la superestructura espiritual que surge de la misma naturaleza, y que tiene concreción tangible. No se trata de dos mundos, uno material y otro espiritual, sino de uno sólo. Sin esta estructura espiritual y divina, el hombre pierde toda proyección hacia lo sublime y se reduce a un mundo pegado a lo técnico y lo material, sin vuelo espiritual. De ahí que actualmente todas las creaciones del arte y del pensamiento carezcan de esta proyección y se sumerjan en la vulgaridad y la mediocridad. El abuso de concepciones pseudo científicas contribuye a esta degeneración, porque se queda en un nivel muy bajo, carente de imaginación. Un Bach sin Dios no hubiera alcanzado su grandeza y alta concepción musical. Tratar de demostrar la Divinidad y la Inmortalidad de manera precisa es destruir la Divinidad y todo el mundo espiritual que existe en el Universo. La tesis de Pascal sobre la apuesta se aplica en este caso de manera luminosa