La posición de la Luna casi es tan importante como el Sol, pero su influencia es diferente. La Luna regula esencialmente nuestra vida emocional y ello lo ejerce de manera inmediata, bien sea condicionando nuestras reacciones o actuando sobre la memoria y los modelos de comportamiento habituales. La influencia de la Luna es muy sutil y quizá ésta es la causa principal para que su influjo no sea fácil de medir o cuantificar.
Sus efectos actúan sobre los aspectos de nuestra personalidad más ocultos, nuestros sentimientos y el ego del subconsciente, mostrándonos cómo somos capaces de reaccionar ante un mismo problema de manera diferente, según sea la posición de la Luna en ese momento. Cuando esto ocurre es como si nuestra educación adquirida quedara oculta y se manifestaran más intensamente nuestros instintos primarios.

Del rescate del ciclo cósmico astrológico, de sus fases constitutivas y sus arquetipos se ha servido este ensayo para reedificar el curso de la historia y proyectar luz a sus contenidos. La investigación enmarca y traza nuevas fronteras entre etapas históricas, posibilitando integrar tiempo histórico y ciclo cósmico, consiguiendo dar relieve y elucidar algunas fases cosmohistóricas que han ido sucediéndose a lo largo de la vigente era histórica cristiana y cósmica pisciana u oceánica. Ha puesto el foco, por su esencialidad, sobre los orígenes temporales y los aspectos generales descriptivos de la era y, con más detalle, sobre las etapas que han servido de referente a la inminente fase evolutiva. El Segador o El Escorpión, arquetipo cósmico de esta última, ha comenzado (2019) a hacerse con las riendas. Ha embarcado a la humanidad rumbo a un inquietante proceso crítico de transformaciones. A pesar de los sinsabores, las crisis proveerán oportunidades únicas, imprescindibles para el ineludible saneamiento requerido, previo a una fase de renacimiento posterior.