Las palabras del silencio: el lenguaje de la ausencia en las distintas tradiciones místicas
Las palabras del silencio: el lenguaje de la ausencia en las distintas tradiciones místicas
- EAN: 9788481647976
- ISBN: 9788481647976
- Editorial: Editorial Trotta, S.A.
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 150 X 230 mm.
- Páginas: 136
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Este pájaro tiene mis alas
Este pájaro tiene mis alas son las asombrosas memorias de Jarvis Jay Masters, que al brindarnos escenas de su vida, en ocasiones emotivas y otras reveladoras, aterradoras, conmovedoras, dolorosas, divertidas o inspiradoras, nos lleva desde los brazos de su madre adicta a la heroína, a través de una casa de acogida abusiva, de su huida a la libertad ilusoria de las calles, de sus solitarias noches en estaciones de autobuses y hogares para menores hasta, finalmente, la vida dentro de los muros de la Prisión Estatal de San Quintín. Utilizando la punta y el relleno de un bolígrafo —el único instrumento de escritura permitido en el confinamiento solitario— relata la historia de un niño brillante cuya vida se convirtió en la de un delincuente que abrazó el budismo para encontrar esperanza y libertad. «Jarvis es un hombre fácil de respetar y de amar. Lo que aprendo de él, todo el tiempo, es lo que de verdad constituye sostener los votos de no causar daño y ayudar a otras personas en la medida en la que uno pueda. Siempre pienso: “Si Jarvis puede hacerlo en las situaciones más desafiantes y complejas, yo también. Si Jarvis puede encontrar luz en ese lugar tan oscuro es que hay esperanza para todos”. Es una aspiración constante de mi corazón que Jarvis Masters no sea asesinado, y así tener el placer de conocerlo como hombre libre, un hombre que beneficiará a todas las personas que se encuentre en el camino.» Pema Chödrön.
dto.
Sendero de la belleza
El principio de “Cuerpo Inteligente” abarca el hecho de que el cuerpo humano posee sistemas altamente evolucionados diseñados para curar y mantenernos vivos, y que muchos síntomas de enfermedad son en realidad reacciones inteligentes destinadas a proteger el cuerpo cuando se estresa más allá de los límites normales.
He leído con interés lo que nuestra ciencia nos dice de la condición humana, he caminado por los espléndidos edificios que llamamos conocimiento, y mi corazón no ha obtenido ningún néctar, ninguna alegría duradera, ninguna palabra que aliente mi Vida.
Veo cómo nuestros saberes relegan mi humanidad, la tuya, la de todos, a no ser más que una ínfima casualidad cósmica cuyo resultado es esta identidad, precaria y doliente de fugaces placeres. Una inerte infinitud tolera nuestras carencias. Ayer éramos
hijos de los Dioses, o sus amantes, o la mejor de sus obras, el centro del Universo. Hoy no somos más que los torpes comparsas
de nuestras propias máquinas, con las que absurdamente queremos competir en su repetitividad calculadora y en su pequeñez.
Me siento huérfana de lo Divino, y lo que es peor, responsable de haber vendido la dicha de un sencillo anhelo por la Belleza y la
alegría a cambio de treinta monedas de tecnología.
dto.