La astrología mundial es la rama de la astrología que estudia todo lo referente al mundo en sí, en un sentido amplio. Se ocupa de estudiar la realidad del ser humano en el pasado, el presente y el futuro. Estudia al hombre como tal, como especie que puebla el planeta Tierra, con todo lo que le envuelve, en forma de comunidad, país u organización supranacional. Aborda su ámbito cultural, social, político o económico y abarca aspectos tan globales como la ciencia, la religión, el deporte o el arte.
Es la rama astrológica más antigua, pues hay que entender que, desde un principio, la astrología fue colectiva y no individual. Desde siempre, ha sido el tipo de astrología practicada más relevante, dado que el destino de pueblos y naciones siempre se ha impuesto al porvenir individual. Es el gran marco que cubre a la astrología natal y a las otras ramas astrológicas. No se puede practicar la astrología natal o genetlíaca de forma aislada. No tiene sentido centrarse en el individuo y olvidarse de su entorno, de su ciudad, de su país... del mundo, en definitiva. Es necesario ubicar a la persona en su contexto cultural, social o político. Solo así podremos efectuar una interpretación completa de su tema natal.
Esta obra vanguardista es el primer tratado general sobre la materia, escrito y publicado originariamente en español. Aquí se expone el cuerpo principal, el grueso de materias y procedimientos propios de la astrología mundana de todos los tiempos, sin descuidar a los últimos avances en este apartado astrológico.

La Astrología tiene su máximo valor cuando muestra su capacidad de predicción, es la posibilidad de adelantarse al futuro lo que le ha dado su verdadero carácter. En este libro se expone de manera clara la interpretación práctica de tres de las mejores técnicas de prognosis astrológicas. Las progresiones secundarias sirven para prever los cambios naturales que forman parte de la evolución de cada persona, a través del contacto directo con su mundo, de su encuentro con los demás, de sus procesos evolutivos naturales. Las direcciones primarias nos anuncian aquello que se nos viene del mundo encima, lo que no hemos proyectado, querido ni imaginado, sea para dolor o gozo, todo lo que nos ocurre a causa de las personas de nuestro entorno. Las profecciones, una de las más viejas técnicas de direcciones cíclicas, de manera semejante a las primarias nos ayudan a conocer el impacto que causa nuestro mundo sobre nuestra vida social, los tiempos de casarse, divorciarse, tener un empleo, ascender, perder el empleo, descender, ganar, perder… Aquí se expone, usando un lenguaje fresco y moderno, acorde con la mentalidad y las maneras de expresarse de la primera década del siglo XXI, toda la interpretación práctica de estas tres técnicas astrológicas de predicción.

La astrología no es solo un lenguaje simbólico, sino una brújula que nos orienta en el viaje de la conciencia. En "Planetas, personalidad y alma", Alejandro Lodi nos invita a explorar la trama de tensiones y polaridades que dan forma a nuestra identidad, revelando que los astros no determinan el destino, sino que reflejan los procesos profundos de nuestra psique. A través de una mirada integradora, el autor nos muestra que los planetas no operan de manera aislada, sino en pares polares que configuran nuestra percepción del mundo: Luna y Saturno, Mercurio y Júpiter, Venus y Marte. También nos habla de Quirón, Urano, Neptuno y Plutón, como planetas que simbolizan el desarrollo de la conciencia transpersonal. Estas dinámicas, lejos de ser conflictos que debemos resolver, son fuerzas complementarias que impulsan nuestra evolución. Con una prosa clara y una perspectiva rigurosa, Lodi nos guía en la compresión de los planetas como símbolos de la personalidad y el alma. Nos recuerda que la identidad no es un punto fijo, sino un movimiento constante entre opuestos, un proceso de integración que nos permite descubrir el propósito más profundo de nuestra existencia. Por lo tanto, no debe considerarse a este libro solo como una obra de astrología, sino una invitación a expandir la conciencia, a ver en el cielo un reflejo de nuestro viaje interior y a comprender que, en la danza de los planetas, se esconde la clave de nuestra propia plenitud.