Este libro te enseñará que la magia no existe fuera de ti mismo. Mediante sus sencillos y amenos ejercicios prácticos, aprenderás no sólo a desarrollarla, sino también a protegerse mágicamente gracias al inmenso poder que hay en tu interior.

Los adityas son la luz de la conciencia, inmanifiesta. Son los devas de la conciencia. Los rudras los hacen descender. Por ello se los conoce como los devas de la fuerza. Los vasus son los devas que manifiestan. Deberíamos comprender cómo estos devas son los responsables de la formación de la creación, así como de la formación del ser humano. La importancia de La Doctrina Secreta reside en que proporciona las pistas para que podamos seguir correctamente la historia. Nuestra verdadera existencia se la debemos al aire. Hablamos de las respiraciones ardientes. Madame Blavatsky habla de la respiración ardiente desde el mismo inicio de La Doctrina Secreta. Todo esto lo causa la exhalación que proviene de lo Absoluto, y su inhalación causa la retirada del mundo al interior de Brahman. Con la ayuda del aire, todo se manifiesta y todo desaparece. El aire es necesario para todos los movimientos: vertical, horizontal, rotacional y en espiral, etc.

El profundo anhelo de encontrar al alma gemela reside en lo más profundo de nuestro ser, especialmente para aquellos con una sincera dedicación al camino espiritual o aquellos que se identifican como semillas estelares. De hecho, la humanidad ha tenido un corazón roto durante siglos por la ilusión de la pérdida del Amado. De dónde proviene ese anhelo, qué significa y cómo satisfacerlo son preguntas eternas que hasta ahora habían quedado sin respuesta.

La Unión de Almas Gemelas desentraña el misterio del insaciable anhelo por el Amado e ilumina el camino para encontrarlo. El retorno del Amado no es entregar tu poder, hacer que el “otro” sea más importante que tú, esperar que el otro cumpla tu fantasía del Amado. La fusión atómica de la Llama Gemela se encuentra en el camino del despertar, donde sanamos los aspectos fragmentados en nosotros mismos. A medida que sanamos la fragmentación dentro de nosotros mismos, volviendo cada vez más a un estado de totalidad, finalmente podemos atraer a “otro” que sea capaz de reflejarnos esa totalidad.