La Vida Impersonal es una obra de profundo contenido espiritual que ha inspirado a varias generaciones de buscadores desde que fuera escrita por el místico estadounidense Joseph Benner en 1916.
Podría afirmarse que el autor dedicó su vida a transmitir que cada alma posee una enseñanza que debe ser escuchada; que en el interior de cada uno de nosotros hay una presencia, muchas veces ignorada, que está en comunión con la divinidad misma. Si somos capaces de mantener a nuestra mente en una actitud serena e imparcial y si podemos acallar las argumentaciones de nuestro intelecto, entonces podremos escuchar a ese ¿Yo soy?¿ que habita en el centro de nuestra propia existencia?.

La obra de Benner está conformada por numerosas revelaciones y sentencias que pueden ser leídas en un orden aleatorio. Cada una de ellas conforma un universo de enseñanzas místicas y espirituales cuya comprensión requiere del silencio y la maduración de ese Ser impersonal que trasciende los conflictos cotidianos y el desequilibrio al que conduce el ruido que nos aleja de aquella voz interior.
El ¿Yo?¿ que habla desde estas páginas es una fuente de tal sabiduría y fortaleza, que puede hacer reinar en nuestras vida la paz, la salud, la felicidad y la libertad; es decir: la abundancia de todo lo que nuestro corazón anhela.

Cuando el espíritu del Gran Alquimista sopló en la nariz del hombre el aliento de vida, el fuego del Espíritu Creativo llenó el tabernáculo de arcilla. Un dios en embrión, había nacido.

Los aspectos prácticos de la alquimia se encuentran en manifestación solamente en aquel que ha desarrollado el poder de efectuar el designio de libertad.

El fin del alquimista no es crear uniendo cualquier cosa, sino unir el alma a su esencia inmortal, para que el pacto de vida sea santificado, cuando el precioso regalo de la identidad individual es aceptado.

Ahora la identidad del alquimista se encuentra en el mandato "¡Cread!" Y para que pueda obedecer, las ardientes energías de la creación se le dispensan a cada momento.

Dios es un Espíritu y como Supremo Alquimista que tiene el poder de producir un cambio en el Universo, puede inducir su pasión por la libertad del alma a cualquier hombre que quiera aceptarla. La suya es la pasión que produce en el hombre el milagro del desarrollo a través del sentido de la realidad. La suya es la pasión que echará del templo a aquellos mercaderes que, literalmente, venden almas en los mercados del mundo.

Para resucitar el Espíritu del Alquimista Cósmico, sabemos que nosotros debemos buscar antes de encontrar y que debemos golpear para que la puerta se abra.