Libros de Magda Ferrer Gargallo

Existen otras formas de vida en el Universo? Por supuesto que sí. Como dice el padre de la protagonista de “Contact”, otra cosa sería un derroche. Sin embargo La batalla final no es únicamente una novela de extraterrestres con una historia que sucede en lugares del Universo lejos de nuestra Galaxia y de nuestro planeta Tierra. La batalla final es el relato de nuestra propia historia como seres galácticos y como seres humanos. Es el relato de nuestra propia evolución espiritual, hacia una forma de conciencia más expandida, abierta y tolerante. Algo que cada uno de nosotros debe conseguir con su propio trabajo interior.

Estamos en el final de los tiempos, pero no se trata del Armagedón, sino del establecimiento de una Era Dorada, la Era de Acuario, basada en tecnologías de quinta dimensión mucho más respetuosas para el medio y para la humanidad que el petróleo y el dólar (tomado como representativo del dinero tal como circula en la actualidad). No se trata de que los extraterrestres vengan a salvarnos a modo de héroes de película. Ni tampoco acaben con nuestra civilización por tratarse de una amenaza para la vida de la Galaxia, nuestra Vía Láctea. E incluso del Universo. Lo principal es que cada uno de nosotros debe convertirse en un centro de conciencia a fin de cambiar la inercia de la historia y ayudar a establecer una Nueva Tierra.

La Tierra, nuestra madre Gaia ha decidido dar un paso en el proceso evolutivo. Ha llegado al final de un ciclo, como ya ha pasado antes, y ha empezado a limpiarse de todo el tóxico que hemos generado en el transcurso de nuestra experimentación como humanos de la Era de Piscis. Como ser vivo, Gaia renacerá de las cenizas, con o sin nosotros. A cada uno de nosotros nos toca ahora elegir cuál es el papel que queremos jugar en este nuevo capítulo de la historia de la Tierra. La batalla final se realiza en el interior de cada uno de nosotros.

La Tierra es un experimento extraterrestre. Sucedió hace eones de tiempo que las Almas se encontraron con que no podían pasar de la 9ª dimensión de conciencia, cuando, de hecho, hay 12 dimensiones conocidas. Y eso es un gran obstáculo para la evolución, pues las Almas nacieron de la Fuente con la intención de volver a ella, tras realizar un determinado aprendizaje, que diese impulso a la Creación de Mundos y de Universos. El ángel Luzbel o Lucifer, el Portador de la Luz propuso el juego de la Dualidad para que ese obstáculo fuese superado. Muchos ángeles y seres superiores se opusieron porque eso suponía introducir la Oscuridad en el Universo de la Luz, pero otros ángeles y almas dieron su consentimiento y se aprestaron a reencarnar en el Mundo de la Dualidad. La Tierra fue el lugar que se eligió para llevar a cabo el experimento del libre albedrío, pues era un lugar muy codiciado por diversas especies galácticas, que consistía en que la Tierra, que estaba muy lejos del Gran Sol Central y, por lo tanto, de la influencia de la Fuente, albergase una serie de almas que reencarnarían allí una y otra vez experimentando eso que llamamos la lucha entre el Bien y el Mal. Ese Experimento suponía que las almas quedarían, poco a poco, totalmente sumidas en el olvido de su divinidad, identificadas plenamente con el mundo material. Y la pregunta era: en ese caso, ¿era posible que esas almas perdidas, algún día pudiesen despertar a la Luz, es decir a la Conciencia de su origen divino?