Dicen que vivimos en la era de la globalización, el pluralismo y el mestizaje. Dicen también que esta mezcla enriquece y nos ayuda a evolucionar hacia una sociedad más moderna y tolerante. Eso dicen, y puede ser que en las realidades de los demás sea así, pero mi apreciación, por lo menos últimamente, difiere mucho de todo esto que se dice.

Cuando un bebé nace, sabe en lo más profundo de su ser que la razón por la que se ha encarnado es la de ser él mismo al vivir diversas experiencias. Todos tenemos la misma misión al llegar a este planeta: «vivir las experiencias una y otra vez hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas».
Al nacer nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra alma, la cual desea que nos aceptemos junto con nuestras experiencias, defectos, potenciales, debilidades, deseos, personalidad... Todos tenemos esas necesidades. Sin embargo, poco después de nacer, nos damos cuenta de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos el mundo de los adultos o el de los que están cerca de nosotros. Y de ello deducimos que no es bueno ni correcto ser naturales. Este doloroso descubrimiento provoca, sobre todo en el niño, crisis de ira, las cuales llegan a ser tan frecuentes que nos vemos obligados a creer que son normales. El niño que actúa naturalmente, que es equilibrado y que tiene el derecho a ser él mismo no pasa por este tipo de crisis. Por desgracia, este tipo de niño «natural» casi no existe. He observado más bien que la mayoría de los niños pasan por las siguientes cuatro etapas: después de conocer la alegría de ser él mismo en la primera etapa de su existencia, conoce el dolor de no tener el derecho de ser él mismo, que es la segunda etapa. Llega enseguida el período de crisis, de rebeldía, que es la tercera etapa...

Hay una carretera oculta que conduce a la riqueza y la libertad financiera, un atajo que puede recorrerse a una velocidad deslumbrante. Jubilarte cuatro décadas antes de lo habitual y llevar una vida que la mayoría no puede permitirse, es posible. Sin embargo, nos han inculcado el dogma de «hazte rico poco a poco», un plan asfixiante con una ligera posibilidad de obtener riquezas en nuestra vejez: «Ve a la universidad, saca buenas notas, gradúate, consigue un buen trabajo, ahorra, invierte, contrata un plan de pensiones... Entonces, algún día, cuando tengas sesenta y cinco años, serás rico». ¡No permitas que tu plan financiero consista en tener esperanzas y rezar! Cambia de carril; ve por la vía rápida y haz realidad tus sueños. M. J. de Marco amasó su primer millón a los treinta y un años y, en este libro traducido a más de quince idiomas y con más de 500.000 copias vendidas, te enseña todo lo que sabe. 

Por qué la «vía lenta» no te hará rico nunca. 

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Todos heredamos un cúmulo de complicaciones familiares compuesto de historias, dramas y duelos no resueltos. Cuando éramos niños, nuestros abuelos o nuestros padres, en un intento de protegernos, no nos hablaron de esas experiencias traumáticas. De modo que dejaron tras de sí un lastre monstruoso con el que tropezamos y nos hacemos daño constantemente.

En esta pequeña guía práctica, la creadora de la psicogenealogía resume los cinco conceptos que todos deberíamos conocer sobre nuestro pasado, y ofrece consejos sobre cómo elegir el material adecuado para crear tu árbol psicogenealógico, desbrozando las hierbas del pasado familiar, haciendo las preguntas correctas y leyendo los libros adecuados. También explica cómo evitar caer en errores y engaños y te ayuda a construir tu genosociograma, para que puedas sentir el impacto de la historia de tus antepasados de un solo vistazo.