Todos nuestros pensamientos y emociones, y también todo lo que nos sucede, se produce en la superficie de la realidad. Más allá, permanece oculta y silente la inteligencia invisible que es testigo de todo lo que sucede. Esta inteligencia, también conocida como conciencia, es eso que siempre ha existido, es la fuente de todas las formas y acontecimientos, y de ella surgen todos los objetos, seres, lugares, pensamientos y emociones. Es algo que no se puede explicar con palabras, sino que necesita ser experimentado. Nuestra esencia es esa pura conciencia. Sin embargo, como tendemos a identificarnos con el ego, con la voz de nuestra cabeza, vivimos con una identidad que no es la nuestra. Cuando no estamos en el ahora, no experimentamos la realidad tal como es, sino que la vemos a través del filtro de nuestras creencias, pensamientos y emociones. De modo que, para descubrir quiénes somos, y encontrar la paz que tanto anhelamos, debemos distanciarnos del yo pensante, y de todas las ideas que tenemos de nosotros mismos, hasta llegar a la fuente, a la conciencia pura.

Viktor Frankl, psiquiatra, profesor y escritor, nació, estudió y trabajó en Viena hasta que él y toda su familia fue- ron internados en campos de concentración. Aunque casi todos sus seres queridos fallecieron, él pudo sobrevivir porque nunca renunció a la idea que la vida merece ser vivida. Después de su traumática experiencia en Auschwitz, publicó el gran éxito El Sentido de la Vida, una obra extraordinaria que nos aporta un mensaje muy positivo acerca de nuestra capacidad para superar adversidades y construir una vida con sentido. Esta obra es fundamental y en ella está lo más significativo de su pensamiento. Su relato en este libro persigue observarse a sí mismo y a los otros presos y a partir de esto confirmó que las personas en situación de sufrimiento extremo pueden desesperarse y degradarse o por el contrario sacar lo mejor de sí mismos. El Dr. Frankl, antes de la guerra, conoció a Freud y fue alumno de Adler e inmediatamente después de su paso por los campos de exterminio desarrolló una terapia conocida como Logoterapia basada en el sentido de la vida y cuya finalidad esencial era ayudar a los pacientes. Su trayectoria es admirable, ha escrito varios libros que han sido traducidos a más de 25 idiomas y ha sido honrado con numerosos doctorados honoris causa tanto de Europa como de América.

El autor expone una experiencia personal de vida que lo condujo a un progreso importante tanto en el aspecto material como en el espiritual. Este desarrollo evolutivio puede ser común a cualquier persona, dado que la narrativa simple y amena nos ubica en el contexto de la vida cotidiana que a todos incumbe.