¿Te sientes inseguro sobre qué camino tomar? ¿No sabes qué preguntar o qué hacer para solventar una situación que te incomoda? Con la ayuda de tus ángeles guardianes y guías espirituales puedes encontrar la fortaleza, vencer una adicción o enfermedad, responder preguntas que llevan tiempo rondándote o descubrir tu creatividad oculta. ¡Nunca te volverás a sentir solo! Ángeles guardianes y guías espirituales combina una serie de fascinantes relatos en primera persona con fuentes de información histórica para ofrecerte un libro eminentemente práctico. Richard Webster te explica paso a paso cómo contactar con tus propios ayudantes invisibles para que te permitan desarrollar tu potencial ilimitado. ¿Te imaginas cómo sería tu vida si pudieses alcanzar todo lo que te propusieses? Ya no habría nada te hiciese retroceder y además serías capaz de salir adelante alcanzando la riqueza, la felicidad, el amor... ¡todo lo que siempre has deseado!

Ángeles, guías espirituales y diosas es una guía espléndidamente ilustrada de 100 guías celestiales dispuestos a ayudarte . Todo lo que necesitas es pedírselo.

Toda persona anhela cariño. El deseo originario y elemental del niño es que la mirada amorosa de su madre se vuelva hacia él y le sonría. Esta experiencia originaria que confiere al niño la justificación de su existencia le transmite lo siguiente: «Eres bienvenido en esta tierra». Eso es algo que todos queremos experimentar una y otra vez.

El ángel es la quintaesencia del cariño de Dios por el ser humano, revela el amor que Dios nos tiene y suscita en nosotros el sentimiento de que nunca estamos solos y abandonados... Que los ángeles te protejan, querido lector. Que te inicien en el arte de la vida lograda. Que estén contigo cuando te sientas solo y abandonado. Que algún ángel te muestre el camino cuando no sepas ya cómo seguir. Y que otro ángel te abra la puerta que lleva a tu corazón, a fin de que puedas descubrir en tu interior el lugar en el que el cielo y la tierra se toca, el lugar en el que Dios en persona habita en ti, preparándote así una morada en la que residirás a gusto, en la que podrás deleitarte en ti mismo y en tu vida, en Dios y en los seres humanos.