La existencia de protectores invisibles ha sido reconocida en todos los países del mundo a través de todos los tiempos. Son innumerables los testimonios orales y escritos que sobre ellos se han dado en todas las culturas del mundo.

Pero ¿quiénes son estos protectores y por qué acuden en auxilio de los seres humanos? ¿Son siempre ángeles los que se aparecen para prestarles su ayuda o intervienen otro tipo de espíritus o seres del Universo?

Charles Webster Leadbeater, clarividente excepcional, discípulo de H. P. Blavatsky, ha investigado el tema en profundidad y, a través de diferentes y maravillosas historias relacionadas con dichos protectores, nos da la respuesta en esta sorprendente obra.

Las narraciones que contiene este libro son ciertas; son acontecimientos que han tenido lugar. Claro está que, ni siquiera por un momento, pretendo que el lector común dé crédito a tal afirmación y quedaré del todo satisfecho con que quien lea estas páginas logre con ello disipar el tedio de un monótono viaje en tren; consiga aumentar el placer de una noche de invierno ante el confortable fuego del hogar o hacer más agradable el paseo por un río en una tarde de recreo.
Podría añadir, para aquellos pocos cuyo interés en estos asuntos es algo más que superficial, que algunos de estos relatos son de mi personal experiencia y que los demás son la exacta reproducción de lo que me han referido personas en cuya veracidad tengo la más plena confianza.
En todos los casoso, a excepción de "Jagannath", la narración me ha sido confiada por su protagonista, de tal manera que no ha habido lugar para las sutiles alteraciones que inevitablemente se deslizan en los relatos que van pasando de mano en mano.
Lo que aquí se narra sucedió en verdad y aún cuando sería difícil que a ello dieran crédito los profanos en estos asuntos, los que estén familiarizados con la literatura oculta, podrán dar su asentimiento a la veracidad de lo descrito. En algunos otros libros he tratado temas semejantes, dándoles su explicación científica, pero al publicar éste, es mi único deseo el proporcionar a los lectores un par de horas de placentera distracción.

C.W. Leadbeater