La historia de las espectaculares experiencias del antiguo gran Hijo de Dios, Hércules o Heracles, nos da una imagen sintética del progreso del alma desde la ignorancia a la sabiduría, desde el deseo material al logro espiritual. Se hallará que su tema es tan incluyente que todos nosotros, luchando en nuestra vida moderna actual, podemos aplicarnos los ensayos y pruebas, los fracasos y los logros de esta heroica figura que se esforzó, hace siglos, hacia la misma meta que lo hacemos nosotros.

Un objetivo secundario de este estudio es presentar un aspecto de la astrología que diferirá del expresado habitualmente. Seguiremos el relato de Hércules mientras pasaba a través de los doce signos del zodíaco. En cada signo expresaba sus características, y en cada signo lograba algo de nuevo conocimiento sobre sí mismo, y a través de ese conocimiento, demostraba el poder del signo y adquiría los dones que el signo confería. En cada signo le encontraremos superando sus tendencias naturales, controlando y gobernando su destino, y demostrando el hecho de que los astros inclinan, pero no controlan.

De las nuevas verdades expuestas por la Teosofía, una de las más importantes es la de la existencia de los hombres perfectos, que se deduce lógicamente de las otras dos magnas verdades teosóficas del karma y de la evolución por medio de sucesivas encarnaciones.

Numerosos testimonios afirman directamente la existencia de hombres perfectos a quienes llamamos Maestros; pero el primer paso que debemos dar es adquirir la certeza de que deben existir tales hombres, y más adelante, en último término deduciremos que a dicha clase pertenecen los hombres con quienes nos hemos puesto en contacto.

Al observar en nuestro alrededor vemos palmariamente los hombres en todos los grados de evolución, unos mucho más atrasados que nosotros en su desenvolvimiento y otros que en algún aspecto están evidentemente más adelantados. Por lo tanto, cabe la posibilidad de que haya algunos cuyo adelanto sea muchísimo mayor, pues si los hombres se van constantemente mejorando en el transcurso de una larga serie de vidas sucesivas en dirección hacia determinada meta, seguramente ha de haber algunos que ya hayan llegado a ella

Estos breves capítulos han sido extraídos y compilados de cartas escritas a corresponsales de todo el mundo, que constituyeron un grupo numeroso. Fueron cartas que abarcan diversos tópicos, enviadas a intervalos regulares a algunos de nuestros miembros, que deseaban realizar la llamada vida espiritual y, en algún caso, dedicar su existencia a los Maestros y a su Labor. Pensamos que lo que había sido escrito para unos pocos, bien podía resultar de utilidad a otros que se interesarán en su lectura. De ahí este libro.

Nada hay en el mundo entero que interese más que el desarrollar en cada uno de nosotros una actitud espiritual hacia la vida. La Dra. Annie Besant definió la espiritualidad como “la intuitiva percepción de la Unidad”. Es la percepción de la seguridad en la total entrega a la vida, que es el Reflejo de Dios sobre la tierra. Es la aceptación gozosa de todos los cambios en los eventos incesantes de esta vida, que es Dios en acción. Porque siempre y en todo tiempo la Vida significa solo nuestro eterno bien. Por debajo se hallan los poderes Eternos. Y la espiritualidad nace de las pequeñas cosas, que se hacen “en su nombre y por amor a la humanidad”.

El tema del desarrollo de la conciencia en los serees cuyo campo de evolución es un sistema solar, es un tema de considerable dificultad y ninguno de nosotros puede actualmente esperar hacer mñas que dominar una pequeña parte de su complejidad, pero puede que sea posible estudiarlo de tal mod que pueda llenar alguno de los vacíos de nuestro pensamiento, y puede ayudarnos objetvamente a facilitarnos un claro boceto que nos guíe en nuestro trabajo de aquí en adelante.

Con esto términos y desde el priemr momento, Annie Besant deja claro que el libro va a ser un estudio, una dura tarea sobre el tema recioso pero difícil , en el que se ve envuelto un aspecto psicológico de la persona.