Tu frase amiga: las frases te ayudan
Tu frase amiga: las frases te ayudan
- EAN: 9788493353209
- ISBN: 9788493353209
- Editorial: Assi, S.L.
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 100 X 120 mm.
- Páginas: 352
(0 Comentarios)
Comenta y valora este libro
AGOTADO
Otros libros de Miscelanea
El gran cambio
Sinopsis de EL GRAN CAMBIO
Por 1ª vez hablan 2 de los 24 Ancianos y "REVELAN" quienes son así como el SECRETO nunca antes dicho de las 7 Iglesias actuales de Apocalipsis (ELEVAR EL VELO...), 3ª fase.
Aporta SOLUCIONES PRÁCTICAS Y NUEVOS PATRONES EQUILIBRANTES para erradicar la miseria de la Tierra Y lograr el anunciado SALTO EVOLUTIVO, LA PAZ Y JUSTA ABUNDANCIA. Comprende más áreas neurálgicas que definen una NUEVA CIVILIZACIÓN.
Recaba mediunidades directas de Dios Y brillantes aportes de Guías Y eminencias para la crucial y URGENTE REGENERACIÓN que cancele la ciega senda de AUTODESTRUCCIÓN...
Este es un momento ÚNICO e impostergable para el anhelado GIRO HISTÓRICO que la MASA CRÍTICA RECLAMA, reorientando Y convocando a DESPIERTOS...
¡Seamos capaces de asumir un auténtico HONESTO Y espléndido NUEVO ORDEN SISTÉMICO!
Potenciando la clave "Y"-griega, &, holística Y UNIVERSAL Y comprometiéndonos activamente. DIALOGRAR es el neologismo eficiente... Tempus Fugit ...
dto.
Sendero de la belleza
El principio de “Cuerpo Inteligente” abarca el hecho de que el cuerpo humano posee sistemas altamente evolucionados diseñados para curar y mantenernos vivos, y que muchos síntomas de enfermedad son en realidad reacciones inteligentes destinadas a proteger el cuerpo cuando se estresa más allá de los límites normales.
He leído con interés lo que nuestra ciencia nos dice de la condición humana, he caminado por los espléndidos edificios que llamamos conocimiento, y mi corazón no ha obtenido ningún néctar, ninguna alegría duradera, ninguna palabra que aliente mi Vida.
Veo cómo nuestros saberes relegan mi humanidad, la tuya, la de todos, a no ser más que una ínfima casualidad cósmica cuyo resultado es esta identidad, precaria y doliente de fugaces placeres. Una inerte infinitud tolera nuestras carencias. Ayer éramos
hijos de los Dioses, o sus amantes, o la mejor de sus obras, el centro del Universo. Hoy no somos más que los torpes comparsas
de nuestras propias máquinas, con las que absurdamente queremos competir en su repetitividad calculadora y en su pequeñez.
Me siento huérfana de lo Divino, y lo que es peor, responsable de haber vendido la dicha de un sencillo anhelo por la Belleza y la
alegría a cambio de treinta monedas de tecnología.
dto.
