Desde mi más tierna infancia tengo relación directa con el más allá. Por las noches, antes de conciliar el sueño en mi habitación,se sucedía un desfile tras otro de personas fallecidas que me comunicaban mensajes.Estas situaciones se convirtieron en hechos habituales en mi vidacotidiana; para mí ver a personas físicas acompañados por difuntos es el «pan de cada día» y lo más bonito es poder enlazar estas almas con sus seres queridos..

Este libro extraordinario son las memorias de quien está considerada la mejor médium del mundo: Marylin Rossner. Profesora de la Universidad de Vanier (Canadá) y doctora en Ciencias de la Eduación, desde hace cuatro décadas se dedica a recoger los mensajes que los difuntos mandan a los vivos para orientarnos en las encrucijadas de la vida cotidiana.Además de haber entregado estas revelaciones a miles de personas en todo el mundo, Marylin ha sido recibida por Carol Wojtyla o la Madre Teresa de Calcuta, entre muchas otras personalidades. La pregunta que titula este libro probablemente provoque en el lector la respuesta: NO LO SÉ. La prestigiosa médium contesta a eso: NADIE LO SABE. POR ESO ESTAMOS AQUÍ, PARA VER SI CONSEGUIMOS ESTA INVITACIÓN. Por primera vez, Marylin Rossner se ha decidido a compartir con los lectores todos los secretos de su don y de su vida, así como los mensajes que le han llegado del más allá para afrontar con éxito nuestros tiempos llenos de incertidumbre. Desde su posición privilegiada entre dos mundos, la autora de estas memorias nos conduce a una nueva dimensión de fe y esperanza, mientras nos muestra cómo contactar con los maestros y seres queridos que nos rodean para recibir su fuerza e inspiración. _AUTOR Rossner, Marilyn Doctora en Educación Especial y Psicología, da clases en la Universidad de Vanner, Montreal. Viaja a África cada año para ayudar a niños con problemas físicos, mentales y de desarrollo. Ha merecido el reconocimiento de personalidades tan importantes como la Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II o el Dalai Lama. Casada con un sacerdote anglicano tal como una visión le reveló, su vida en Montreal ha sido "muy sencilla hasta el reciente traspaso de mi marido. Llevo una dieta vegetariana, madrugo cada día, medito, rezo, practico yoga y trabajo en aquello que me llena".