Estas pequeñas bolsas, tenazmente desarrolladas en nuestros intestinos, no suelen dar problemas ni sintomatología perceptible, salvo cuando se inflaman o infectan, momento en el cual la salud del enfermo se complica seriamente. Puesto que los divertículos apenas sí son diagnosticados en su estado latente, constituyen por ello un motivo de alerta para que sean detectados cuanto antes y puestos los remedios adecuados. Aunque eliminarlos sin cirugía es difícil, al menos podemos lograr que no causen daño alguno. La medicina natural, una vez más, aporta soluciones eficaces y fáciles para mantener bajo control tales anomalías.

Nos encontramos con una enfermedad contagiosa, no siempre percibida, y que puede permanecer latente toda la vida. Estigmatizada por quienes la consideran una consecuencia de la promiscuidad, lo cierto es que ni siquiera sabemos cómo se inició, ni cómo fue posible que un virus haya sido capaz de sobrevivir tantos siglos. La medicina convencional reconoce su fracaso para erradicarla, pero indudablemente proporciona un gran alivio en los síntomas, hasta el punto en que la persona afectada se olvida con frecuencia de su enfermedad. La medicina natural, además, intenta erradicarla empleando remedios que, en principio, parecen demasiado simples como para que sean efectivos, pero que con el tiempo consiguen los mismos resultados, pero sin efectos secundarios. Como es habitual, al lector se le ofrecen ambas alternativas.