El camino de la espiritualidad
El camino de la espiritualidad
- EAN: 9788499087009
- ISBN: 9788499087009
- Editorial: Nuevas Ediciones de Bolsillo
- Año de la edición: 2018
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 13 X 19 mm.
- Páginas: 368
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Disponible 48/72 hoas
Descripción
Jorge Bucay enseña al lector el último camino de la vida, el de la espiritualidad. Es el quinto libro de la serie de los Caminos.
Llegar a la cima y seguir subiendo es la metáfora que los sufís utilizan para hablar del desarrollo espiritual, de la iluminación y de la vida trascendente. El autor nos propone abocarnos al último desafío, el de conectarnos con lo más esencial y elevado de nuestro ser, explorar el plano de nuestra espiritualidad. Este libro es una investigación acerca de la relación del individuo con lo intangible, con lo trascendente, despojada de toda creencia y prejuicio, la espiritualidad planteada como un rumbo y no como una meta: cuando el objetivo de nuestro camino es la búsqueda, lo más sencillo y lo más importante es comenzar a caminar.
Jorge Bucay nació en Buenos Aires en 1949. En esta ciudad estudió y se licenció en medicina, y después se especializó en enfermedades mentales. Su trabajo de psiquiatra y psicoterapeuta se desarrolló primero en clínicas y consultorios médicos y posteriormente en foros públicos, bibliotecas, colegios y teatros hasta llegar a la radio y a su propio programa en la televisión abierta de Argentina. Más tarde se dejó atrapar por su otra actividad: la escritura. Sus libros se han convertido en best sellers en más de treinta países y se han traducido ya a veinticuatro idiomas.
Actualmente vive entre Buenos Aires y Málaga. Alejado de la tarea asistencial, dedica su tiempo a las dos actividades con las que más disfruta: leer y escribir.
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Señales de Blavatsky
En verdad, no hay accidente en nuestra vida, no hay mal día ni desgracia cuya causa no pueda ser encontrada en nuestras propias acciones, en esta o en otra existencia. Si alguien infringe las leyes de la armonía o las leyes de la vida, debe estar preparado para caer en el caos que él mismo produjo.
Dice Helena Blavatsky, en el volumen II de La Doctrina Secreta:No es el karma el que castiga o recompensa, sino que nosotros mismos somos los que nos recompensamos o castigamos, según trabajemos con la Naturaleza,por la Naturaleza y de acuerdo con la Naturaleza, obedeciendo a las leyes de las cuales depende esa Armonía, o transgrediéndolas. En su sentido literal, karma quiere decir acción, una causa que produce efecto. Pero esotéricamente es algo diferente en sus efectos morales de gran alcance. Es la infalible Ley de Retribución.
Las vías del karma no serían impenetrables si los hombres permitieran que la unión y la armonía presidieran sus actos en vez de conducirlos por la desunión y la lucha. Si ningún hombre perjudicase a su semejante, el karma no tendría ni motivo para intervenir ni armas con las cuales ejecutar su oficio. Es la presencia constante entre nosotros de los elementos de lucha y de oposición, es la división de las razas, naciones, tribus, sociedades e individuos, las que constituyen la causa principal de los denominados Caminos de la Providencia. Con nuestras propias manos trazamos diariamente el curso sinuoso de nuestros destinos, aunque creamos que seguimos en línea recta en el camino real de la respetabilidad y del deber.
dto.
Comentarios sobre el Dhammapada
Como la bella flor resplandeciente pero sin perfume, así son las bellas palabras de quien actúa sin ser consecuente.
Como la bella flor resplandeciente y perfumada, así son las bellas palabras de quien actúa consecuentemente.
Así como podemos hacer numerosas guirnaldas de un montón de flores, igualmente un ser mortal puede acumular numerosos méritos.
El perfume de las flores, ni siquiera el de sándalo, o el del incienso, ni incluso el del jazmín, puede ir contra el viento; pero el dulce perfume de la inteligencia va contra el viento. El hombre inteligente esparce a su alrededor el perfume de su virtud.
Ningún perfume, ni siquiera el del sándalo o el incienso o del loto, o del jazmín, puede ser comparado al del hombre inteligente.
Débil es el perfume del incienso o del sándalo comparado con el del hombre virtuoso que llega hasta las divinidades más elevadas.
Mara no puede descubrir la vía que siguen los que llevan una vida perfectamente pura y que, gracias a su total conocimiento, son liberados.
Como la hermosa flor de lis perfumada emerge al borde del camino, del mismo modo el discípulo del Perfectamente Despierto, que resplandece de inteligencia, emerge de las masas ignorantes y ciegas.
dto.