El mandala es la forma perfecta: el círculo, la totalidad en un universo cerrado, un símbolo que representa el ciclo infinito de la vida. Pintar mandalas nos otorga un instante de paz en el que tomamos el hábito de la concentración mental, desarrollamos la paciencia y hacemos aflorar nuestros sentimientos a través de los colores y siguiendo patrones geométricos que se repiten simétricamente, comenzando a colorear desde dentro hacia fuera o viceversa.

¿En qué creemos cuando pintamos mandalas? No siempre somos conscientes de la respuesta, pero pintar un mandala es un ejercicio de fe. Tenemos fe en nosotros mismos, en la posibilidad de alcanzar la paz y la armonía, en nuestra conciencia, en nuestro ser interior y en la luz que emana el color y que atraviesa nuestros ojos para iluminar nuestro espíritu. La fe es un valor en sí mismo y, a menudo, no somos conscientes de su presencia en nuestra vida. Estos mandalas favorecen el encuentro con nuestra fe, porque representan un espacio para creer en que podemos crecer, desarrollarnos y liberar el alma en la búsqueda del cielo prometido.

El mandala es un símbolo de plenitud que se encuentra en culturas de todo el mundo. Estos diagramas simbólicos reflejan la simetría de las formas naturales, el ciclo del tiempo y el círculo de la comunidad.

En este libro se presentan las múltiples y diferentes formas que pueden adoptar, abordando tanto los antiguos mandalas hindúes como las formas complicadas de las pinturas de arena de los indios americanos o de los nudos celtas, y proporciona información práctica sobre el modo de emplearlos en beneficio de la salud y el bienestar espiritual.

Más de tres millones de ejemplares vendidos en todo el mundo de la serie Biblias.