Inmortalidad y reencarnación
Doctrinas y prácticas de China, India y Tíbet
Inmortalidad y reencarnación
Doctrinas y prácticas de China, India y Tíbet
- EAN: 9788419350367
- ISBN: 9788419350367
- Editorial: Ediciones La Llave
- Año de la edición: 2024
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 145 X 210 mm.
- Páginas: 158
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Descripción
¿Quién no ha soñado con la inmortalidad? La cuestión de qué le ocurre a la personalidad individual después de la muerte es fundamental para la experiencia humana. Contrariamente a la creencia occidental, que considera que el ser humano se compone de un cuerpo moral y un alma inmortal, muchos orientales creen tanto en la inmortalidad del cuerpo como en la del alma. Para los tibetanos, la muerte es solo el comienzo de un largo viaje hacia una nueva vida; el taoísmo lleva al hombre que anhela la inmortalidad a hacerla suya mediante la respiración y la meditación. Entre los hindúes, la sed de eternidad está asegurada por el ciclo de muertes y renacimientos.
Alexandra David-Neel vivió una de las vidas más fascinantes del siglo XX. Cuando murió a los 101 años, había escrito más de treinta libros sobre sus aventuras en Asia. Fue la primera mujer que entrevistó al decimotercer Dalái Lama y pasó mucho tiempo en el Tíbet, cuando todavía estaba cerrado a los extranjeros. En sus viajes, adquirió conocimientos sobre las creencias y las prácticas mágicas y secretas que caracterizan al budismo tibetano. En Inmortalidad y reencarnación, reúne estas enseñanzas en una obra magistral sobre el mundo del alma y de la vida eterna.
«Su mirada sobre el Tíbet en general y el budismo en particular está llena de poesía y perspicacia». LAWRENCE DURRELL
Otros libros de Budismo Zen
Iluminación silenciosa : antología de textos Soto Zen
A lo largo de veinticinco años, esta colección ha querido publicar las obras más representativas de la Tradición Zen, siguiendo la senda de los llamados “Tres Países”: los más importantes en los que el Zen se ha desarrollado históricamente.
En este volumen antológico, titulado “Iluminación silenciosa”, dedicado especialmente a los textos usados, estudiados y producidos por la escuela Sôtô Zen, Dokushô Villalba, director de la colección, y Kepa Eguiluz han seguido el mismo principio al seleccionar obras fundamentales que vieron la luz en India, China o Japón.
Aunque necesariamente esta selección no pretende ser exhaustiva, sí contiene textos imprescindibles, no sólo para obtener una cierta perspectiva de la escuela Sôtô Zen, partiendo directamente de las fuentes originales, sino, lo que es más interesante aún, para poder iniciarse y profundizar en el estudio y la práctica de la misma. De hecho, los textos reunidos en esta antología alcanzarán con toda seguridad una dimensión insospechada si su lectura se compagina con la práctica regular de la meditación sedente, tal y como se explica en los manuales incluidos en la última parte del libro.
dto.
Zen 1 : ruta hacia Occidente
Ruta hacia Occidente inaugura una serie de cuatro ensayos sobre el Zen en los que su autor, Alberto Silva, se propone indagar la historia, los cambios, las mutaciones y el presente de una de las líneas de pensamiento más influyentes del mundo oriental.
El viaje del Zen hacia nosotros contraría la dirección del sol. Nacido a orillas del Ganges, tomó forma primitiva con arcilla de Budismo y de Yoga. Se enriqueció luego en el Tíbet, y continuó su crecimiento en China. De camino hacia Japón durante veinte siglos, se llamó dhyana, channa o ch’an. Después de tan pausada maduración, surgió en Japón con el nombre de Zen, epitomizado en la vida y la obra de Eihei Dôgen, fundador del Soto, escuela de la meditación sentada o zazen, en pleno siglo XIII.
La irrupción de Occidente en Japón en el siglo XIX activaría un nuevo periplo del Zen japonés hacia el Este: su exportación a Estados Unidos, luego a Europa y ahora a América Latina.
Como los magos bíblicos, el Zen «busca salud en Oriente», sólo que su Oriente es hoy el mundo occidental. ¿Qué podrá encontrar entre nosotros?
dto.
Nacido en Tíbet
Chögyam Trungpa maestro de meditación, erudito y artista, fue reconocido a la temprana edad de trece meses como un importante tulku: la reencarnación de un maestro iluminado. Como el onceavo en su linaje de enseñanzas conocido como Trungpa tulkus, llevó a cabo un periodo de adiestramiento intensivo de meditación, filosofía y bellas artes, recibiendo la ordenación completa como monje budista en 1958 a la edad de dieciocho años. Al año siguiente, los comunistas chinos invadieron Tíbet, y el joven Trungpa pasó muchos meses en un angustioso viaje a pié atravesando los Himalayas, escapando providencialmente a ser capturado.
El relato de Trungpa de sus experiencias como un joven monje, sus obligaciones como abad y cabeza espiritual de un gran monasterio, y sus conmovedoras relaciones con sus maestros nos ofrecen un atisbo singular e íntimo de la vida de un lama tibetano. Las memorias concluyen con su intrépida escapada del Tíbet a la India. En un epílogo, describe su emigración a Occidente, donde encontró a muchas personas deseosas de aprender sobre la antigua sabiduría del budismo tibetano.
Chögyam Trungpa Rimpoché fundó el Naropa Institute en Boulder, Colorado; el Adiestramiento Shambhala y Vajradhatu, una asociación internacional de centros de meditación. Entre sus muchos libros destacan Shambhala: el camino secreto del guerrero, Más allá del materialismo espiritual y Meditación en acción. Trungpa Rimpoché murió en 1987 a la edad de cuarenta y siete años.
Capítulo primero Descubierto y entronizado Nací en un pequeño poblado situado en una elevada meseta del noroeste tibetano. Por encima del poblado se levanta perpendicularmente la célebre montaña Pagö-püsum a más de 5.400 metros, conocida también como “el pilar del cielo”. Parece un alto chapitel. Las cimas de sus enormes torres bajo nieves perpetuas centellean con los rayos del sol. Muchos siglos antes de que el budismo fuera introducido en el Tíbet, los seguidores de la religión Bön creían que Pagö-pünsum era el hogar del rey de los espíritus y los picos menores que la rodeaban eran las moradas de sus ministros. Los mitos persisten entre los aldeanos, y estas montañas han continuado siendo consideradas en la comarca con temor y veneración. El nombre del lugar es Geje, situado en un paisaje llano, sin árboles y ni siquiera matorrales, pero cubierto de hierba. Durante los meses del verano el suelo brillaba con pequeñas flores y hierbas de dulces aromas y a cuya fragancia en el aire puro se le atribuyen poderes curativos; sin embargo, en la mayor parte del año, todo el paisaje está cubierto de nieve y es tan frío que para conseguir agua hay que romper el hielo. Hay dos clases de animales característicos de esta región: el kyang o asno salvaje y un tipo de bisonte llamado drong. Ambos se encuentran en manadas formadas por unas quinientas cabezas. La gente vive en tiendas, hechas con pelo de yac. Los más ricos las tienen muy grandes con varias divisiones, situadas en el centro del campamento; mientras que los campesinos más pobres viven en los márgenes del campamento. Cada aldea se considera como una gran familia. Los miembros de las familias individuales, desde los más viejos a los más jóvenes, viven juntos y poseen sus manadas de yacs y ovejas en común. El fuego, empleado para todos los propósitos domésticos, está siempre en medio de la tienda y la capilla está situada en la esquina más alejada de la derecha, con una lámpara de mantequilla encendida continuamente delante de una imagen religiosa o una colección de escrituras. Esta zona septentrional del este tibetano es conocida como Ñishu-tza-nga, y tiene veinticinco demarcaciones; su nombre, de hecho, sólo quiere decir veinticinco. En cierto período estuvo bajo el mandato de un rey que concedió al distrito de Geje el especial privilegio de haber escogido entre sus montañeros a su guardia personal, debido a su coraje. Geje era una pequeña comunidad de sólo alrededor de quinientas personas. Mi padre, Yeshe-dargye, era propietario de un pedazo de tierra y encontró a su futura esposa, Tungtso-drölma, mientras ella trabajaba para su familia, vigilando los yacs y ordeñando a las hembras que se conocen con el nombre de dris. Tuvieron una hija, pero cuando un segundo hijo estaba ya en su seno, él la abandonó y ella se casó de nuevo, esta vez con un hombre mucho más pobre, y cuando el niño nació, él lo aceptó como hijo propio. En la noche de mi concepción, mi madre tuvo un sueño muy significativo, pues soñó que un ser entraba en su cuerpo con un rayo de luz. Ese año, para sorpresa de todos, las flores aparecieron en los alrededores cuando aún era invierno. Durante el festival del Año Nuevo, en el día de luna llena, en el año de la Liebre de Tierra según el calendario tibetano (febrero de 1939), nací en un establo. El parto fue fácil. En ese día se vio un arco iris en la aldea; un balde que supuestamente debía contener agua se encontró inexplicablemente lleno de leche, mientras que varios familiares de mi madre soñaron que un lama visitaba sus tiendas. Muy poco después de esto, un lama del Monasterio del Lhaphung llegó a Geje. Mientras estaba dando bendiciones a la gente, me vio; yo por entonces ya tenía unos meses; él puso su mano sobre mi cabeza para darme una bendición especial, diciendo que me quería para su monasterio y que debía ser mantenido muy limpio y siempre bien protegido. Mis padres estuvieron de acuerdo y decidieron que cuando fuera un poco mayor me enviarían al monasterio donde el tío de mi madre era monje. Después de la muerte del décimo Trungpa Tulku, abad supremo de Surmang, en 1938, los monjes enviaron inmediatamente un representante a Su Santidad Gyalwa Karmapa, el cabeza de la escuela karma kagyu, cuyo monasterio estaba cerca de Lhasa. El enviado debía informarle de la muerte del último abad y preguntarle si tenía alguna indicación acerca de dónde se encontraría su reencarnación, suplicándole que les avisara en el momento en que obtuviera una visión. Algunos meses después, Gyalwa Karmapa estaba visitando el Monasterio de Pepung en la provincia de Derge, en Kham región oriental del Tíbet. Jamgön Kongtrül Rimpoché, que había sido un devoto discípulo del décimo Trungpa Tulku y vivía en Pepung, también le pidió que no pospusiera el dar cualquier indicación posible, puesto que los monjes de Surmang se sentían perdidos sin su abad y estaban ansiosos por encontrar su reencarnación lo antes posible. De hecho, Gyalwa Karmapa ya había tenido una visión, por lo cual dictó una carta a su secretario particular asegurando que la reencarnación del décimo Trungpa Tulku había nacido en una aldea a cinco días de viaje de Surmang en dirección norte. El nombre de la aldea contenía dos palabras: Ge y De; había una familia en ese lugar con dos hijos; el niño era la reencarnación. Todo parecía muy indefinido; sin embargo, el secretario y los monjes del Monasterio de Düdtsi-til en Surmang estaban preparándose para salir en busca del nuevo abad cuando una segunda carta lacrada llegó al monasterio. Rölpa-dorje, abad regente de Düdtsi-til, convocó una reunión, abrió la carta y la leyó a la congregación de monjes reunidos. La carta decía que Gyalwa Karmapa había tenido una segunda y más clara visión: “La puerta de la casa de la familia está dirigida al sur, tienen una gran perro pelirrojo. El nombre del padre es Yeshe-dargye y el de la madre Chung y tzo; el hijo, que tiene casi un año, es Trungpa Tulku”. Un monje mayor y dos más fueron enviados de inmediato en mi búsqueda. Después de cinco días de viaje llegaron a Geje y visitaron a todas las familias más importantes; confeccionaron una lista de los padres que tenían hijos de un año de edad y volvieron a Düdtsi-til. La lista fue enviada a Gyalwa Karmapa que aún permanecía en Pepung. Él vio que los monjes se habían limitado solamente a recoger los nombres de familias importantes y que, por lo tanto debían volver a investigar más. Al recibir su mensaje se envió un segundo grupo de monjes al poblado, que mientras tanto había cambiado su emplazamiento buscando tierras más elevadas, habiendo además cambiado su nombre por el de Dekyil. Esta vez visitaron a todas las familias y realizaron una investigación a fondo. En un tienda encontraron a un niño que tenía una hermana y, como estaba escrito en la carta de Gyalwa Karmapa, la puerta estaba dirigida al sur y había un perro pelirrojo. Además, el nombre de la madre era Bo-chung, a pesar de que su familia la llamaba Tungtso-drölma; así su nombre confirmaba la visión de Gyalwa Karmapa; sin embargo, el nombre del padre era distinto al de la carta, originándose con ello una gran confusión; no obstante, los monjes observaron al niño detenidamente, ya que tan pronto como los vio, estando ellos aún lejos, movió su pequeña manita y sonrió mientras se acercaban. Así pues, los monjes creyeron que éste debía ser el niño y le dieron los regalos que había enviado Gyalwa Karmapa, el cordón de protección (sungdü) y el tradicional fular blanco (khata); el niño cogió este último y lo colocó alrededor del cuello del monje de la forma correcta, como si ya se le hubiera enseñado la manera de hacerlo. Deleitados, los monjes me cogieron en brazos, pues el niño en cuestión era yo, y enseguida traté de hablar. Al día siguiente, los monjes hicieron una nueva investigación al otro lado del poblado para volver más tarde a despedirse. Mientras me hacían postraciones, coloqué mis manos en sus cabezas como sabiendo que les debía dar mis bendiciones; con esto los monjes estuvieron seguros de que yo era la reencarnación del décimo Trungpa.
dto.
Zendo Betania : donde convergen zen y fe cristiana
Zendo Betania es un centro de espiritualidad que pretende, a través de la práctica del zazen, ayudar al ser humano al reencuentro con sus propias raíces profundas, en un clima de ecumenismo, de diálogo interreligioso y de respeto hacia todas las personas y creencias, y en armonía con la fe cristiana.
El encuentro entre budismo y cristianismo es un hecho histórico de gran importancia en nuestro tiempo. Es significativo para la paz y el bien de la humanidad y de la Tierra.
Como en todo encuentro humano auténtico, el diálogo interreligioso budista-cristiano transforma a ambas partes sin que pierdan su identidad; la reencuentran a un nivel más profundo e incluso la ennoblecen. Para eso es necesario que el budista sea realmente budista y se le reconozca como tal y el cristiano sea realmente cristiano y se le reconozca como tal.
Solo desde este punto de vista se entiende el diálogo intra-religioso, diálogo de dos tradiciones espirituales dentro de una misma persona, como es el hecho de que en Zendo Betania cristianos practiquen zen, sin que esto lleve a un zen cristiano o a un cristianismo zen.
Este encuentro entre zen y fe cristiana produce una doble conversión: por una parte hace posible entrar en la perspectiva zen y, por otra, lleva a descubrir una dimensión más profunda de la propia fe cristiana.
dto.