Introducción al yoga
Introducción al yoga
- EAN: 9788415053613
- ISBN: 9788415053613
- Editorial: Editorial Acanto, S.A.
- Año de la edición: 2016
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 160 X 220 mm.
- Páginas: 131
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Disponible 48/72 hoas
Descripción
Tal como indica su título, este libro nos acerca al yoga. Su estilo sencillo y concreto es ideal para todas aquellas personas que nunca han tenido contacto con esta disciplina y también para quienes practican posturas (asanas) desde hace poco o mucho tiempo, pero desconocen la filosofía del yoga y la gran cantidad de beneficios que puede aportarnos.
Otros libros de Yoga
Bhagavad Gita
El Canto del Supremo
La Bhagavad Gita es el Libro de los libros. Se puede decir que es el primer libro en toda la humanidad, y el lector sincero va a darse cuenta de que sus enseñanzas, presentadas hace cinco mil años por el gran sabio Vyasadeva, a pesar de estar casi totalmente ignoradas por las universidades y escuelas, no han perdido actualidad ni importancia para esta humanidad llena de conflictos.
A través de toda la obra se trata de aclarar y confirmar la posición existencial del ser o entidad viviente individual (jiva en sánscrito, definida como «yo, ser o alma»), su relación con el mundo fenomenológico, y su relación con Dios. El verdadero ser no es el cuerpo, sino el alma, la cual es espiritual, eterna e inmutable. El cuerpo se ejemplariza como un traje que uno se pone; el alma se «viste» por la mañana (nace), ropa que luego se «quita» al llegar la noche (muerte). Pero no hay cambio para el alma. Es eternamente consciente, eternamente individual. Nunca se pierde o «mezcla» su identidad particular con ningún otro ser o existencia.
dto.
Días de prisión
Esta edición ha sido posible gracias a la financiación de Prashant y, como siempre, gracias a las inestimables traducciones de José María Martín.
Días de Prisión es uno de los libros más importantes escritos por Sri Aurobindo. Bajo forma de relato, él mismo narra como transcurrió la vida en la prisión de Alipore durante el año que permaneció allí encerrado hasta el día del juicio en que fue absuelto y su inmediata decisión de partir a Pondicherry siguiendo un adesh divino (una orden divina). Sri Aurobindo iba entonces a involucrarse en otra revolución –una revolución espiritual– cuyo desafío no era ya solamente el destino de la India, sino el futuro de la tierra.
Cuando me aproximé a Él por primera vez, yo no estaba enteramente inmerso en el espíritu del bhakta, ni tampoco en el del jnani. Me acerqué a Él hace mucho tiempo, en Baroda, algunos años antes de que comenzase el Svadeshi, antes de que me hubiese introducido en la vida pública. En esta época, apenas tenía una fe viva en Él. Había en mí un agnóstico, unateo y un escéptico, y no estaba absolutamente seguro de que existiera un Dios en todo lo que existe. Yo no sentía Su presencia. Sin embargo algo me atraía hacia las verdades de los Vedas, de la Gita, de la religión hindú. Sentía que debía existir una verdad poderosa en alguna parte de este Yoga, y una verdad poderosa en esta religión basada en el vedanta. Así pues, cuandoabordé el Yoga y resolví practicarlo con el fin de comprobar si mi idea estaba en lo cierto, lo hice en este estado de ánimo y Le dirigí esta plegaria. «Si Tú existes, entonces conoces mi corazón. Tú sabes que yo no pido la mukti (liberación), no pido nada de lo que Te puedan pedir otros; pido solamente fuerza para elevar esta nación; pido solamente que se me conceda la gracia de vivir y de trabajar para este pueblo que amo, y ruego que se me permita consagrarle mi vida». Durante largo tiempo me esforcé por lograr larealización del Yoga y al menos en alguna medida la conseguí, pero no me quedé satisfecho en cuanto al plano en el que yo estaba más empeñado. Entonces, durante mi reclusión en la cárcel, en la soledad de mi celda imploré de nuevo al Señor. Dije: «Dame a conocer Tu adesh (mandato divino). No sé qué trabajo debo hacer ni cómo llevarlo a cabo. Hazme conocer Tu voluntad»2. Entonces, en la comunión del Yoga percibí dos mensajes.
El primero decía: «Te he dado una obra que cumplir, y es ayudar a que esta nación se eleve. Pronto llegará el momento en el que serás liberado, porque, esta vez, no es Mi voluntad que tú seas condenado, o que tengas quepasar el tiempo sufriendo por tu país, como tantos otros. Tú reclamabas un adesh; helo aquí: Ve a realizar mi obra; esto es lo que he oído para ti».
El segundo mensaje que recibí fue este: «Algo te ha sido mostrado en este año de reclusión, algo acerca de lo cual tenías tus dudas, y este algo es la verdad de la religión hindú. Es esta religión la que Yo he reavivado y que ahora ofrezco al mundo, y es ésta la que Yo he desarrollado y perfeccionado a través de los rishis, santos y avatares, y que ahora comienza a propagarse entre las naciones a fin de llevar a cabo mi obra. Estoy haciendo resurgir esta nación para que difunda mi palabra. Ésta es el sanatan dharma, laeterna religión de la que tú no tenías antes un conocimiento real, y que te he revelado ahora. El agnóstico y el escéptico en ti han recibido su respuesta, porque te he dado pruebas, dentro y fuera de ti, físicas y subjetivas, que te han convencido. Cuando te lances a la acción, habla a tu nación, recuérdalesiempre esta palabra: que si ella se yergue actualmente, es para el sanatan dharma, para el mundo y no para ella misma. Esta libertad que le doy es para el servicio del mundo
"Yo sabía, a lo largo de todo el proceso, lo que Dios significaba para mí, porque le oía una y otra vez, siempre atento a esta voz interior: «Te estoy guiando; así pues, no temas», me decía. «Conságrate al trabajo para el que te he traído a esta prisión y cuando salgas, ten presente esto: no tengas miedo jamás, ni dudes jamás. Acuérdate de que soy Yo quien está haciendo esto, no tú, ni ningún otro. Por lo tanto, cualesquiera que sean las nubes que puedan llegar, cualesquiera que sean los peligros y sufrimientos, cualesquiera dificultades, cualesquiera imposibilidades, no hay, de hecho, nada imposible ni difícil. Yo estoy presente en la nación y en su renacer, y Yo soy Vasudeva, Yo soy Narayana, y es Mi voluntad la que se ejecutará, no la de otros. Lo que Yo deseo hacer, ningún poder humano puede evitarlo».
Durante su encierro aprendió a conocer a fondo el alma de los indios y de la madre India y su particular misión en el mundo. A lo largo de su estancia en prisión, el contacto con los guardianes, indios o ingleses, prisioneros de todas clasessociales, intelectuales o delincuentes, jueces y abogados que iban cambiando durante todo el proceso, le iban enseñando como Dios estaba en todo. En prisión descubrió que el alma milenaria de los indios les permitía disfrutar del precioso legado de su libertad interior, donde el miedo no existía, incluso en medio de las dificultades más extremas, descubrió las risas y la atmósfera pacífica y risueña de personas que, condenadas a muerte, eran capaces de jugar, cantar y disfrutar de lecturas espirituales como el Gita, los Upanishads o los Puranas. Nos habla también largamente de las cualidades que debe tener el alma aria.
“Esta alegría espontánea, esta forma de sabiduría, son la marca del sattwa, y sólo ellos tienen la capacidad de iniciar el yoga, ya que no se dejan dominar por el sufrimiento y permanecen alegres y llenos de buen humor en todas las situaciones." "Pero el hindú, como tal, condenado a la soledad y sumergido en las circunstancias más penosas, se dirige irresistiblemente hacia Dios, arrastrado por la eterna atracción que le lleva hacia Él. Así fue para nosotros. ¿De dónde procedía esa ola que nos envolvía a todos? Nadie sabría decirlo. Algunos, que jamás habían invocado a Dios, se involucraron en una disciplina espiritual y, asentándose sobre ellos la gracia del Todo-Compasivo, se mantuvieron sumergidos en la beatitud. En tres o cuatro meses estos jóvenes realizaron lo que un yogui no logra tras largos años depráctica." "Las olas sáttwicas barrían el banco de los acusados y, salvo cuatro o cinco, todos nos sentíamos inundados de una gran alegría, una alegría tal que cualquiera que la haya saboreado no puede ya ni olvidarla ni compararla con ninguna. En verdad, la esperanza del país, la esperanza de su futuro, reposa sobre la plenitud de sus cualidades sáttwicas. La soltura con la que el espíritu de fraternidad y el amor de Dios se apoderan del corazón del hindú y se expresan en sus actos, y la habilidad con la cual alcanza él mismo el conocimiento de sí, no se encuentran en tal grado en ningún otro pueblo."
dto.
Bhagavad guita
700 versos de la Bhagavad Guita revelando mediante el diálogo de Krishna con Arjuna, las lecciones sobre cómo vivir y actuar correctamente y cuál es la verdadera naturaleza del hombre y su relación con Dios, como escenario el simbolismo entre hombre-ego y su naturaleza superior verdadera, mostrándosnos el camino hacia la mayor de las realidades por medio de la acción desinteresada, la entrega de lo divino y el camino del conocimiento.
Un texto considerado como la esencia de la sabiduría védica hindú, una de las obras clásicas más importantes de la literatura religiosa mundial, reconocida y apreciada por personas de diferentes creencias como auténtica fuente de la Verdad Eterna.
dto.
Ensayos sobre la gita . Libro segundo
Sri Aurobindo despliega, punto por punto, el contenido integral del mensaje ofrecido en la Gita que es una primera síntesis y unificación de los Yogas principales: el Karmayoga, el Gnanayoga y el Bhaktiyoga. La acción en el mundo es el punto de partida para adquirir el conocimiento de uno mismo, del Ser esencial profundo. Más allá de esta realización sólo quedará ascender a nuestra naturaleza superior unida al Divino en un éxtasis de amor permanente.
El mundo es rico en escrituras, sagradas y profanas, en revelaciones y semi-revelaciones, en religiones y filosofías, en sectas, escuelas, sistemas, a los que se apegan con intolerancia y pasión los numerosos espíritus cuyo conocimiento es incompleto o nulo. Éstos pretenden que tal o cual libro es el único Verbo eterno de Dios, que todos los demás no son más que imposturas o, todo lo más, inspirados deficientemente; desean que tal o cual filosofía sea la última palabra de la intelecto razonante, que todos las demás sistemas sean erróneos, o solamente válidos en ciertas verdades parciales que incorporan el único culto filosófico verdadero. Igualmente, los descubrimientos de las ciencias físicas han sido erigidos en artículos de fe y, en nombre de estas ciencias, la religión y la espiritualidad han quedado desterradas, como obras de la ignorancia y de la superstición, y la filosofía, como antigualla e ilusión. A estas exclusiones sectarias y a estas vanas querellas, los sabios mismos se han prestado con frecuencia, confundidos, como fueron, por un espíritu oscurantista que, mezclándose con su luz, lo ha ocultado con alguna nube de egoísmo intelectual o de orgullo espiritual. Sin embargo, parece que la humanidad esté dispuesta ahora a crecer en modestia y sabiduría un poco más. Nosotros no nos ponemos ya a matar a nuestros semejantes en nombre de la verdad revelada, o porque su espíritu está educado de otro modo o constituido de otra manera que el nuestro; estamos poco dispuestos a maldecir o injuriar a nuestro vecino porque sea lo bastante perverso o insolente como para abrigar opiniones distintas a las nuestras; incluso estamos dispuestos a admitir que la Verdad está en todas partes y que no puede ser monopolio exclusivamente nuestro; comenzamos a considerar en otras religiones y otras filosofías la verdad y la ayuda que contienen, y no ya meramente para condenarlas como falsas o para criticar lo que nosotros pensamos que son sus errores. Pero siempre estamos listos para proclamar que nuestra verdad nos da el conocimiento supremo que otras religiones o filosofías no han sabido captar o no lo han comprendido más que imperfectamente, de tal manera que sólo tratan de aspectos subsidiarios e inferiores de la verdad de las cosas, o que simplemente pueden, todo lo más, preparar a las mentes menos desarrolladas, considerando las alturas a las que nosotros hemos llegado. E incluso estamos dispuestos a aceptar, tanto sobre los demás como sobre nosotros mismos, todo el contenido sagrado del libro o del evangelio que admiramos, insistiendo para que todo sea aceptado como verdad eternamente válida, y para que en cada jota, en cada tilde, en cada diéresis, sea reconocida su parte de inspiración plena.
dto.