La Atlántida : historia de los atlantes
La Atlántida : historia de los atlantes
- EAN: 9788485895984
- ISBN: 9788485895984
- Editorial: Ediciones Librería Argentina
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 110 X 160 mm.
- Páginas: 160
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Descripción
La destrucción de la Atlántida se realizó por una serie de catástrofes cuyo carácter varió desde los grandes cataclismos en que perecieron poblaciones y territorios enteros, hasta los hundimientos de terreno, relativamente sin importancia e iguales a los que hoy suceden en nuestras costas. Una vez iniciada la destrucción por la gran catástrofe primera, los hundimientos parciales continuaron sin interrupción deshaciendo el continente con acción lenta, pero segura.
Hubo cuatro grandes catástrofes superiores a las demás en intensidad.
La primera acaeció en la edad miocena, hace 800.000 años poco más o menos. La segunda, que fue de menos importancia, sucedió hace cosa de 200.000 años. La tercera, ocurrida hace 80.000 años, fue muy grande; destruyó todo lo que quedaba del continente atlante, a excepción de la isla a la que Platón dio el nombre de Poseidon, la cual a su vez, se sumergió en la cuarta y última gran catástrofe, 9.564 años antes de la Era cristiana.
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Es un buen día para morir. El guerrero indio
Selección Y Prólogo de Esteve Serra
La vida del guerrero piel roja era como un
juego que perseguía el desarrollo de las
cualidades viriles y, al mismo tiempo, como
en los caballeros medievales, una vía espiritual.
Caballo Loco, Toro Sentado, Gerónimo..., nombres de guerreros famosos que por sí solos evocan las épicas luchas de la «Conquista del Oeste». La imagen habitual de simple salvajismo del guerrero indio se ve desmentida por el testimonio de cuantos lo conocieron real-mente, y por sus propias palabras. El guerrero era, junto con el hombre santo, el producto supremo de la civilización india: su prototipo encierra un cúmulo de virtudes que hacen de él una figura admirable. Y es que para ser un buen guerrero tal como lo entendían los indios, no bastaba tener un valor extraordinario; había que ser, también, generoso, desprendido, austero, noble: en definitiva, un auténtico caballero. Y así es cómo sus propios enemigos describieron muchas veces a los luchadores indios: verdaderos caballeros para los que la guerra era al mismo tiempo un juego que servía para fomentar las cualidades viriles y una institución sagrada, un modo de vida y un «camino de perfección».
Tal vez la imagen más conocida del indio norteamericano es la del guerrero montado a caballo con su penacho de plumas, su arco y sus flechas, que tanto han popularizado el cine y la literatura. Nombres legendarios como Toro Sentado, Caballo Loco, Gerónimo, y tantos otros, han pasado a formar parte del imaginario colectivo del hombre del siglo XX. En esas presentaciones populares del guerrero indio, suele dar-se de éste la idea de un salvaje sanguinario que nada respeta. Esta idea es completamente falsa. Las guerras de los indios contra el invasor blanco fueron duras por-que eran una lucha desesperada por salvar su tierra y su modo de vida, que para ellos eran sagrados. Pero la guerra, para el indio, es igualmente una institución sa-grada, y en cierto modo también como una especie de juego, cuyo fin es el desarrollo de las cualidades viriles en los hombres y el mantenimiento de un nivel altísimo de autoexigencia personal que daba como resulta-do las magníficas personalidades de los grandes guerreros. La guerra no perseguía la conquista territorial
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El reino de Agartha
La denominación de Agartha y la descripción orgánica de su estructura comenzó a difundirse en Occidente a partir del siglo XIX, gracias a los trabajos de Alexandre Saint-Yves D'Alveydre, F. Ossendowski y René Guenón. Este calificativo, el Agartha, significa inalcanzable a la violencia, e inaccesible a la Anarquía. "Mission de l'Inde" (primera edición en 1881) de Alexandre Saint-Yves D'Alveydre, es el título original de esta obra, ha sido traducida y publicada en otras lenguas con el título "El reino de Agartha" porque su componente principal es la descripción visionaria de este centro oculto, ya conocido en Occidente. ¿Dónde está el Agartha? ¿En qué lugar preciso se encuentra? ¿Por qué caminos hay que andar? A esta pregunta, según Saint-Yves D'Alveydre, no convenía contestar en tanto no se realice, el entendimiento sinárquico. En Asia algunos paises rozan, sin darse cuenta, este territorio sagrado.
dto.